jueves, 15 de marzo de 2007

POR QUÉ NO NOS QUEDAMOS EN EL MUSEO

POR QUÉ NO NOS QUEDAMOS EN EL MUSEO

Después de ciento setenta y cuatro años diciendo que el liberalismo es una cosa muy mala este hilillo en que se ha convertido la Tradición típicamente española sigue, y sigue, y sigue. Hemos intentado todo tipo de trucos para desentendernos del problema y poder así dedicarnos a nuestras cosas pero no hemos podido. Si no es uno, es otro. Siempre hay algún “listo” que se cree en el deber de continuar la tarea heredada. Así no hay manera. Hemos probado a perder guerras, e incluso a ganarlas. Pero sin resultado. Hemos intentado influir en la sociedad, hemos escrito, publicado, discurseado. En otros momentos nos hemos refugiado en las catacumbas, o nos hemos dedicado a la conspiración nostálgica. Han vivido entre nosotros artistas enormes como Valle-Inclán, pensadores profundos como Alvaro d’Ors, guerreros de película como Cabrera, apóstoles políticos como Aparisi. Cada uno de ellos hizo lo que pudo por poner un punto final a esta desazón que nos hace seguir siendo carlistas. Y nunca hemos conseguido desaparecer del todo. De las entrañas del carlismo han surgido movimientos que en reduccionismos diferentes creían encontrar el quid de la cuestión, pero todos han terminado aburriéndose antes que nosotros, que sin merecerlo hemos podido comprender que la gracia estaba en la armonía del conjunto. Pasaron los integristas iluminados, cayeron los socialistas medio-materialistas, ya decaen y acabarán pasando los idólatras de la tierra, no parece que vayan a volver los enfermos de principitis. Al final solo quedamos los que sabemos que está muy bien pensado el trilema de Dios, Patria-Fueros, Rey. Los que a veces no entendemos por qué Dios permite lo que permite; los que sentimos pena porque no haya más equilibrio entre los aldeanos y los globalizadores; los que esperamos que un día, cuando nos lo merezcamos, habrá un Rey de verdad.


Y así pasan los años y sentimos que tenemos algo que decir sobre la política, sobre toda esa serie de cosas que pasan desde que sales de casa y hasta que entras en el templo. Nos sentimos huérfanos porque no hay nadie en las tribunas que nos represente. Los lejanos no entienden nada y los más próximos son una fea caricatura. Y así es como se nos ocurre que hay que salir, que hay que decir algo, que hay que hacer política de la buena. Que lo que mueve el mundo son las ideas distintas, y no te digo nada si además son buenas.

De pronto llegan las elecciones forales aquí, en Navarra, y alguien -que somos nosotros- tiene finalmente que salir y decir al menos tres cosas al típico partido malminorista que tiene la costumbre de engordar con los votos de nuestra gente. Y les decimos:

1º. Que en el campo de las políticas que podríamos llamar familiaristas o pro-vida es verdad que tenéis alguna excepción a título individual, pero como grupo estáis haciendo una política seguidista del PP, tolerando el aborto y la manipulación de embriones, la abolición del matrimonio como Dios manda, o la degradación de la educación. No podemos estar contentos.

2º. Que en el ámbito propiamente político-social estamos en las antípodas; porque en ningún momento habéis propuesto la más mínima reforma del sistema para abrir cauces de participación social (como podrían ser las listas abiertas, o el cheque escolar, por ejemplo) sino que, por el contrario, mantenéis una concepción estatalista, partitocrática, hiper-legalista y que promueve la profesionalización de la política.

3º. Por último, la defensa de la identidad de Navarra que teóricamente os caracteriza no impide que os avergoncéis de la historia más reciente de Navarra, de sus verdaderas raíces católicas y tradicionales; y por si fuera poco no os importa incluir a menudo en vuestro discurso un componente anti-vasquista que reniega de la cultura vasca como parte inseparable del ser mismo de Navarra.

Eso es todo por el momento. En esta ocasión nos ha parecido oportuno decírselo a la cara, presentando una candidatura alternativa al Parlamento puesto que es lo único que puede inquietarles. No sabemos hasta que punto servirá, pero una cosa tenemos clara: seguimos siendo carlistas. Y por tanto nos hemos ganado el derecho a protestar.

F. Javier Garisoain Otero
Presidente de la Junta Carlista de Navarra (CTC)
15 de marzo de 2007

PUBLICADO EN AHORA INFORMACION