Una de las cosas que mejor hacen los
Papas es sintetizar la doctrina de forma que los dos o tres árboles
de papel que otros gastaríamos para explicar las cosas importantes
se reducen a una pildorilla cuando es el Pontífice quien enseña.
¿Quién no se acuerda de las escuetas expresiones popularizadas por
Juan Pablo II el Grande: “No tengáis miedo”; “Abrid las
puertas a Cristo”; “La Civilización del Amor”; o “Nada
justifica la muerte de un inocente”?
De Benedicto XVI resuena todavía eso
de “Dios no quita nada, lo da todo”; o aquel incontestable “Dios
ama al embrión”. En cuanto a su feliz síntesis de los “principios
no negociables” tengo la impresión de que está llamada a resonar
en la conciencia de los políticos católicos durante mucho tiempo
porque en tres palabras lo dice casi todo: que hay principios, que
hay límites, que es lícito negociar (hasta el límite), que sabemos
cuáles son los principios, y que acabaremos muy mal si no los
respetamos.
Este concepto de los “principios no
negociables” salió a la luz, como una perla, dentro de la
Exhortación Apostólica Postsinodal “Sacramentum Caritatis” y
abarca cuatro valores que Benedicto XVI enuncia así: “… el
respeto y la defensa de la vida humana, desde su concepción hasta su
fin natural; la familia fundada en el matrimonio entre hombre y
mujer; la libertad de educación de los hijos y la promoción del
bien común en todas sus formas.”
La simple lectura de estos cuatro
deseos tan elementales, tan básicos, es el mejor indicador para ver
lo bajo que hemos caído. En apenas una línea se nos enseña cuál
es el mínimo común sin el cual será imposible construir nada
sólido.
Aunque haya surgido en un contexto
pastoral no es una frase propiamente religiosa sino rabiosamente
política. Porque por un lado es una denuncia contra las ideologías
que pretenden engordar las estructuras políticas controlando la vida
y suplantando a la familia. Y porque por otra parte ¿quiénes serán
esos llamados a “negociar” o a “no negociar” sino los
políticos? Desde que fuera escrita, en febrero de 2007, todos los
grupos políticos del mundo se han retratado a uno u otro lado del
trazo que ha marcado el Papa. Los que están dispuestos a negociar
sin condiciones ya sabemos quiénes son. Los demás deberíamos
formar el “club de los no negociables” y dedicar nuestros
esfuerzos a construir desde ahí. Y a trabajar para recoger muchos
votos y para que esos votos sean “útiles” de verdad. Otro día
les contaré cómo funciona eso del “voto útil”.
F. Javier Garisoain Otero
Licenciado en Historia y político
PUBLICADO EN COPE.ES