Hay que participar. No seré yo el
aguafiestas que vaya a desaconsejar la participación política a
cualquier católico que haya conseguido meter el pie o la cabeza en
el circo electoral. Pero permítanme que les recomiende simplemente
un poco más de trabajo en equipo.
No hay nada malo en ser un mártir
individual, un llanero solitario. Pero es muy distinto haberse
quedado solo porque todos te han abandonado, como le sucedió en sus
avatares políticos a nuestro patrón Santo Tomás Moro, que hacer de
sheriff en “Solo ante el peligro” por una pura cabezonería
ideológica, insistiendo en esa herejía del liberalismo que afirma
que la voluntad del puro individuo es más importante que la Verdad.
Y ya no digamos si lo que pasa es que te quieren solo, como se deja a
la lombriz en el anzuelo, simplemente para que hagas de pescador de
votos católicos en las elecciones europeas, por ejemplo. ¡Eso sería
el colmo!
Los católicos hemos de participar en
política, sí, pero ¿por qué no hacerlo un poquito organizados? No
crean que me estoy refiriendo exclusivamente a la cuestión de si es
deseable que existan partidos de ideario católico. Además de esta
opción, -que sería sin duda la más sencilla- existen en teoría
otras posibilidades como alentar corrientes intrapartidarias, grupos
de trabajo, o incluso de equipos interpartidarios o
interparlamentarios integrados por católicos. Todo menos vivir
acogotados por la disciplina de un comité que ni siquiera te permita
ser coherente con tu fe.
En la enseñanza católica ocurre tres
cuartos de lo mismo y ahí no nos liamos tanto. ¿Quién se atreve a
cuestionar que existan colegios de ideario católico por mas que
algunos de ellos hayan dado lugar a malos ejemplos o incluso a
escándalos?. Nadie niega que puede hacer mucho bien un educador
católico, solo, desde la jaula de grillos de un colegio estatal y
progre pero ¿no lo tendrá más fácil y mejor si dispone de un
equipo afín? ¿no tendrá más posibilidades de éxito y menos de
depresión si concentra sus energías en educar a los chavales y no
en reñir con la dirección del centro?
Pues lo mismo en la política. Otro día
les contaré cómo esto de pertenecer a un grupo coherente, católico
por ejemplo, es la mejor forma de poder establecer alianzas con
otros.
F. Javier Garisoain Otero
Licenciado en Historia y político
PUBLICADO EN COPE.ES